martes, 28 de junio de 2016

La columna perdida de Rubén Ardila

Me fue imposible encontrar la columna de Rubén Ardila, publicada en El Tiempo 2009 -07-05, llamada "Un solo hijo!". En ella, el único psicólogo colombiano ganador del premio internacional de la Asociación Americana de Psicología (APA), argumenta que es posible educar a las personas para tener un solo hijo, usando condicionamiento operante e instrucción verbal. Una propuesta del Análisis Conductual Aplicado para solucionar los problemas de distribución económica y demografía de un país tan inequitativo, como es Colombia.
El caso, es que pocas columnas han sido tan criticadas, casi ridiculizadas, en los medios; el escrito generó vergüenzas ajenas en destacados foristas. Expertos en la materia, resaltaron la ingenuidad latente en las ideas del destacado psicólogo colombiano, profesor emérito de la facultad de psicología de la Universidad Nacional de Colombia. Las razones fueron varias: Primero, el poco entendimiento por parte de Ardila de las complejas relaciones entre demografía y distribución de las oportunidades económicas; segundo, el talante autoritario de semejante medida, que aunque histórica en una cruda dictadura China, carece de cualquier contexto en latinoamerica; y por último, y principalmente, lo poco práctica que es esta medida realmente, al tratar de modificar conductas mediante técnicas de manipulación del comportamiento de las personas, sin siquiera entender los incentivos detrás del comportamiento sexual humano.
La columna de Ardila, no se encuentra en el archivo de El Tiempo. Me intriga si fue borrada, o extraviada; de ser lo primero, me pregunto los motivos, las razones, la historia de este yerro intelectual de quien es considerado como el padre de la Psicología Colombiana. Y es que, junto con el escandaloso caso de las terapias ABA, como desfalco al Estado Colombiano, y la ignominiosa labor del Colegio Colombiano de Psicólogos para vender las tarjetas profesionales más caras del país, creo que esta profesión, que llamamos la Psicología en Colombia, ciertamente cuenta con unas historias tras bambalinas, que dicen cosas desconcertantes. Más allá de los reconocimientos internacionales, dados por otras facultades de psicología del mundo, y no por otro tipo de instituciones, la endogamia intelectual con la cual se perfilan figuras académicas en esta disciplina, parece permanecer inmune a cualquier cuestionamiento, y a cualquier prueba racional, casi de sentido común. 
Mientras tanto, otros psicólogos destacados en el medio colombiano, siguen escribiendo y publicando artículos en revistas que hacen eco de ideas que no resisten la más mínima crítica por fuera de estos territorios ideológicos tan seguros y confortables. Como si el tiempo y la ciencia no pasaran, no ocurrieran, muchos de ellos siguen dando la razón a ideas que defienden por completo la doctrina de la tabla rasa y los mitos de la modificación cultural, como si fueran ideas todavía científicas, incluso con ilusorias promesas de aplicaciones "tecnológicas".
Es difícil ver a simple vista el choque dado en este caso, entre una academia psicológica encerrada en medio de publicaciones en revistas indexadas totalmente endogámicas, y un medio periodístico nacional, abierto al debate sincero y franco. Esta psicología que heredamos de dicha endogamia, ciertamente no tiene que ser aceptada sin cuestionamientos por otros. Y es que, si importantes cambios sociales dados en días recientes, como el proceso de paz con las FARC, o si importantes reformas nacionales en camino, no piden asesoría alguna de estos "expertos" psicológicos en el cambio social y del comportamiento, es por algo. Es simplemente, la vacuidad de las promesas de una academia importada de nichos investigativos también endogámicos en otros lares.
Por ahora, los testimonios tras bambalinas, tal vez relaten con mayor precisión una historia de avances dudosos, de tímidos progresos, en la academia psicológica colombiana. Seguramente, estas historias dicen mucho más sobre lo que son una academia, y una sociedad, que cientos de artículos publicados en revistas "especializadas". Bueno, tan especializadas, que ni siquiera los asesores de los gobiernos de turno las leen, para aplicar las ambiciosas propuestas de todos estos escritos, que buscan modificar culturas, haciendo del materialismo dialéctico un experimento de humanismo totalitario, pero al fin y al cabo humanismo, dirían delirantes los defensores de la tabla rasa. Al mejor estilo de la obra del psicoloquillo B. F. Skinner, Walden Dos.

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