domingo, 4 de enero de 2015


Lo que un psicoloquillo conductista cree pasa cuando un niño aprende matemáticas:

"Por ejemplo... en el álgebra las respuestas que probablemente ocurrirán están determinadas no solo por la historia de la persona con respecto a la multiplicación, la división, y estímulos relacionados, sino también con respecto a si el sujeto ha tenido una historia de reforzamiento por variar estas y otras respuestas relacionadas. .."(Chase, 2003).

En fin, las matemáticas, según dirían, no serían más que el dominio de un repertorio de acciones, que de manera acumulativa irían de poder ejecutar una suma, a ejecutar multiplicaciones, luego restas, y luego divisiones. Suena lógico, como suena lógico cualquier argumento con sus propios criterios de verdad pre-establecidos. Según el conductismo, las operaciones matemáticas son lo que un niño aprende al asociar números escritos con cantidades de cosas y símbolos de las mismas operaciones; 2+2=4 sería un estímulo que luego generaría una generalziación de las respuesta de suma cuando diversas respuestas prueban que la capacidad aditiva es dominada, frente a una variabilidad de opciones: 2+1 no es 4, ni 3+3 es 3. Es curioso, en tanto que el dominio de la cantidad, requerido para realizar operaciones escritas de este tipo,  es un concepto que ya conoce la mente de un niño antes de siquiera haber visto números escritos. Y de por sí, totalmente independiente del lenguaje, en tanto que la palabra "tres" dista tanto de la comprensión intuitiva de una cantidad. Por ejemplo, un niño pequeño puede entender fácilmente que hay tres tristes tigres, y que por ello la emoción de los tres no se multiplica exponencialmente, sino solo los reconoce o imagina como tristes, aunque en la vida haya visto o conocido sobre tigres que están tristes. Este tipo de juegos mentales y de lenguaje son inquietudes, tal vez exagerados, pero irremediables con la postura conductista. Tal vez, la postura que en mayor medida prometió y no pudo cumplirle a la ciencia del comportamiento.
No quiere esto decir que se ignore el aporte del estudio del condicionamiento a los problemas emocionales de los organismos, ni sexuales, entre otros temas. Pero la visión que del "pensamiento", el "razonamiento" y el lenguaje se pueden tener, ha resultado de lo menos fructífera. Ha dejado a quienes insisten en esta aproximación,  presas de una lógica y de un discurso, como lo fueran los expertos en la cábala, el tarot o  la alquimia. Pero de ciencia, poco realmente.
Me pregunto si la historia de las matemáticas podría tener algo se similar con el enfoque conductista, pero lo dudo considerablemente. Por ejemplo, algunos podrían argumentar que el alfabeto numérico romano no era un estímulo o contexto de control de estímulos tan apropiado para desarrollar el pensamiento matemático, como lo fue el surgimiento del alfabeto numérico arábigo, y que por ello la matemática no es cosa de la mente tanto como de las herramientas estimulares; pero ello no explicaría por qué la matemática igual desarrolló conceptos de cantidad y adición en otras culturas ajenas al alfabeto arábigo, como la azteca o la china. Es más, el pensamiento arábigo desarrolló su propio alfabeto al pensar en el 0, una cantidad inexistente, un concepto que se basa, precisamente, en la ausencia de eso que podrían llamar estímulo. En fin, la complejidad y automatización del pensamiento matemático, sin duda habla más de la naturaleza ilimitada de la mente humana que de la estructura simbólica y limitada de las herramientas con las cuales se ejemplifica y se trabaja en un medio ambiente. Obviamente, esta discusión también cuestiona el extremismo ambientalista y culturalista de la psicología constructivista, creada a partir de los interesantes, pero sin ninguna prueba científica rreal, de un joven Lev Vygotsky, quién ni siquiera superó los 31 años de edad. 

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